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La leyenda del Dorado

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La leyenda del Dorado 

La más famosa, mágica y encantadora de todas las leyendas americanas le pertenece a Colombia, nace cuando un indio narra al conquistador español Sebastián de Belalcázar la existencia de un reino que se llamaba Cundinamarca, donde vivía un cacique rico y muy poderoso, casado con una hermosa mujer de cuya unión tenían una hija, sin embargo; ni las riquezas, ni el poder fueron suficientes y su esposa lo engañó con uno de sus súbditos. La cacica fue descubierta, su amante castigado y despedazado; ella humillada, insultada, y despreciada por toda la tribu. Fue tanto el martirio e ignominia a que fue sometida la cacica, que sintió que era superior a sus fuerzas y una noche se acercó a una laguna y junto a su hija se entregó a sus aguas para no volver a salir jamás.

Los chamanes, entonces; convencieron al cacique que su mujer ahora viviría en un magnífico palacio construido en el fondo de esta laguna.

Para homenajear y desagraviara la amada ausente, el triste cacique instauró una llamativa ceremonia; que después se siguió realizando como rito obligatorio para que el aspirante a heredero fuera reconocido como nuevo cacique; consistía está en que los hombres y mujeres del reino, ataviados con adornos de oro y plumas, rodearan completamente la laguna. Mientras tanto, al futuro cacique desnudo le aplicaban una pegajosa mezcla de miel y resina de frailejón, luego le cubrían todo su cuerpo con polvo de oro, posteriormente este se subía a una balsa hecha de juncos, acompañado de cuatro caciques importantes de la tribu, también desnudos; pero adornados con penachos, chagualas, brazaletes y orejeras de oro. Iban todos apercibidos de múltiples joyas en oro y esmeraldas amontonadas sobre el piso de la balsa, las cuales ofrendaban a su dios arrojándolas al fondo de la laguna, luego el aspirante a cacique cuando creía llegar a la mitad de la laguna, se precipitaba al agua para salir de las aguas ya limpio y convertido en nuevo cacique. Esta increíble narración incito tanto el ánimo del conquistador Belalcázar y de otros que la conocieron, que fue gracias a ella especialmente; que se recorrió, descubrió y pobló el nuevo mundo, en busca de este magnífico tesoro del "Dorado".

Múltiples fueron los dorados que se creyeron encontrar en toda América y las aventuras que se produjeron en su búsqueda, no obstante; la veracidad del relato de esta ceremonia se comprobó solo en 1856, mediante el hallazgo de una pieza de oro conocida como la "balsa Muisca" en la laguna de Siecha; aunque esta desapareció, más tarde se descubrió una similar en 1969 en una cueva en Pasca; actualmente expuesta en el Museo del oro en Bogotá. Surge la curiosidad, del porqué ninguna de las dos balsas se halló en la laguna de Guatavita, lugar donde se celebraba esta ceremonia.

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